La construcción está sujeta a restricciones invisibles pero permanentes: variaciones de temperatura, tasa de humedad, insolación directa.
Hasta ahora considerados como simples factores secundarios, estos elementos climáticos se están convirtiendo hoy en fuerzas mayores de deformación y desorden estructural, debido al cambio climático.
En este contexto, la vigilancia continua de los edificios a través de sensores conectados ya no es un lujo técnico: es una necesidad preventiva para proteger las estructuras, optimizar el mantenimiento y asegurar a los usuarios.
El clima cambia. Los edificios reaccionan.
+1,7°C en promedio en Francia desde 1900, con una aceleración marcada desde 1980.
Veranos más largos, más secos, con amplitudes térmicas elevadas entre el día y la noche.
Olas de calor intensas, afectando de manera duradera las fachadas y los materiales.
Una alternancia más rápida entre sequías y lluvias intensas, provocando ciclos de retracción-expansión acelerados de los suelos.
El clima como factor de movimiento: ¿cómo funciona?
Temperatura
Cada material tiene un coeficiente de dilatación térmica. Cuando hace calor, el material se dilata. Cuando hace frío, se contrae.
Este fenómeno se amplifica por:
- La exposición directa al sol (sur, oeste),
- Los materiales oscuros (pizarra, betún, hormigón en bruto),
- Las bajas inerciales (estructura de madera, tabiques ligeros).
Exposición solar
La radiación solar actúa como un calentamiento asimétrico sobre la edificación.
Una fachada muy expuesta puede dilatarse localmente, creando tensiones en las juntas o en los elementos colindantes menos expuestos.
Humedad
La humedad actúa directamente sobre:
- El suelo (hinchamiento o retracción arcillosa),
- Las paredes (materiales porosos que se cargan o pierden agua),
- Las fijaciones y anclajes (corrosión, expansión de los sellos).
Estos efectos combinados son discretos pero acumulativos, y pueden llevar a desórdenes costosos si no se supervisan.
¿Por qué instalar sensores de monitoreo estructural hoy en día?
Los sensores FEELBAT responden precisamente a esta nueva realidad climática: permiten medir de manera continua la evolución del edificio, integrando las condiciones ambientales.
- Medición de micro-movimientos (fisuras, dilataciones, asentamientos),
- Registro de la temperatura, de la insolación y de las variaciones en el tiempo,
- Transmisión automática de datos a distancia, sin intervención humana,
- Alertas en caso de superación de umbrales o de ruptura de estabilidad.
Es esta capacidad de correlacionar un movimiento con un contexto climático la que otorga todo su valor a los sensores FEELBAT.
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